Historia
La Conca Dellà ha sido un área ocupada desde época antigua. Se conocen algunos vestigios anteriores a la ocupación romana. A partir del siglo I aC con la fundación de la ciudad romana de Aeso, se propicia que esta zona estuviera intensamente poblada, ya que la influencia de la ciudad provoca el asentamiento de las villas, es decir asentamientos dedicados a la explotación agrícola y ganadera.
Una parte de la ciudad romana de Aeso se ha preservado en el subsuelo de la actual población de Isona y la otra, se localiza en la zona de cultivo hortícola contigua a la villa. Hoy ya se conoce parte de la su muralla y se espera que en futuras campañas de excavaciones arqueológicas quedara al descubierto la estructura interior de la ciudad.
Aeso, punta de flecha de la romanización de la Catalunya interior, es una de los ciudades romanes menos conocidas, aunque no por esto menos importante. El período de romanización en Isona transcurre a lo largo de cinco siglos, desde finales del II aC hasta al IV dC.
Después de la constatación arqueológica de la existencia de un asentamiento ibérico, conocido con el nombre de Eso, se puede hablar de una primera ocupación romana: se trata de un campamento militar del siglo II aC. A principios del siglo I aC, se crea una ciudad planificada de 4 hectáreas de superficie y con un urbanismo similar al de otras fundaciones de la misma época.
A finales del siglo I dC Aeso se convierte en el Municipium Aesonensis, una ciudad de pleno derecho que con el paso del tiempo crece y se expande fuera del límite de sus murallas, a la vez que experimenta cambios urbanísticos.
Entre finales del siglo IV dC y inicios del V dC la ciudad de Aeso entra en una profunda crisis de la que ya no se recuperara. Algunos de sus barrios se despueblan y los habitantes que continúan en la ciudad se agrupan, probablemente en la zona alta.
El legado romano más importante que ha llegado hasta nuestros días es la excelente colección de lápidas epigráficas encontradas en el término de Isona. Además de la vida de las familias más importantes de la ciudad, la epigrafía nos ha permitido conocer la vida de Lucius Aemilius Paternus, el personaje más distinguido de la historia de Aeso, celebre centurión de las legiones romanas, tres veces condecorado por el emperador Trajano.
Destacaremos algunos de los puntos de interés de la ciudad de AESO:
Muralla y domus de los Antonii
Mapa de situación: en rojo, la muralla; en amarillo, la domus de los Antonii.
Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.
Plano de detalle con los restos localizados.
Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.
Imagen actual de la muralla.
Autor: Xavier Bermúdez.
Imagen del año 1994, durante las tareas de excavación. De derecha a izquierda, la muralla, las habitaciones adosadas, el pasillo y, a la izquierda de las bases de columna, el patio.
Autor: Teresa Reyes.
Propuesta de alzado de la muralla y la domus de los Antonii.
Autores: E. Revilla y Gloria Llompart.
En el Camino de la Torreta está el conjunto de restos (algunos visibles, otros cubiertos para su conservación) más destacables del Aeso romana. Entre 1987 y 1994 se sucedieron diversas intervenciones arqueológicas, bajo la dirección de Mercedes Molina, Robert Farré, Ferran Puig, Pepa Beà, Teresa Reyes y Xavier Payà.
El elemento más evidente es la muralla, de la que se ve un tramo de unos 60 m de largo, adaptándose al desnivel existente haciendo un escalonado. Para construirla, se recortaron los niveles geológicos para crear una base plana. Después, se levantó la muralla construyendo una cara externa y una cara interna de piedra, rellenando con tierra el espacio entre las dos. En total, estas tres partes (piedra-tierra-piedra) suman un espesor de 1,5 m.
Las partes de piedra tienen dos hileras de grandes bloques en la base (con pequeñas losas que apuntalan puntos concretos) y bloques medianos y pequeños en la parte superior. Dependiendo del tramo, se conserva entre 1 y 3,5 m de altura de muralla. Cabe suponer que las murallas tendrían un alzado total de unos 10 m, pero en buena parte correspondería a un muro de tapia, que no se ha conservado. Rematando la estructura, también cabe suponer que había almenas.
En el extremo sur de este tramo de muralla, el más bajo, hay una torre de planta cuadrada (la "Torreta", que ha dado nombre a la calle). No se trata de una torre del momento inicial de construcción de la muralla, sino de un añadido de los siglos IV-V dC. El resto de la muralla (de la que se conocen otros tramos), corresponde al momento fundacional de la ciudad de Aeso, a inicios del siglo I a.C. Cabe reseñar, también, que durante la excavación se encontraron varias estructuras de época ibérica, como los muros todavía hoy son visibles bajo los cimientos de la muralla.
El otro edificio destacable de este punto de la ciudad es la llamada domus de los Antonii. Se trata de una domus de grandes dimensiones que se adosaba en la cara interna de la muralla. Además de los muros que son visibles, se encontraron otros muros y bases de columna. En conjunto, todas estas estructuras configuraban cuatro habitaciones (alineadas en la base de la muralla) que se abrían a un pasillo porticado. Este pasillo, a su vez, estaba separado por una columnata de un patio interior. Estos elementos y su disposición son típicos de la arquitectura doméstica romana; según las dimensiones del patio (que en este caso nos son desconocidas) se denominaría atrio o peristilo.
La excavación arqueológica permitió datar la construcción de la casa entre finales del siglo I y principios del siglo II d.C. Su abandono se habría producido a finales del siglo III d.C.
Durante la excavación se localizó un fragmento de mármol italiano con una inscripción que hacía referencia a la familia de los Antonii. Ya se conocían otras inscripciones referentes a esta importante familia de Aeso, pero el hallazgo de esta inscripción dentro de la casa hizo que se propusiera que esta era su residencia.
Decumanus maximus
Mapa de situación, con el trazado del decumanus maximus (rojo), la propuesta del paso del kardo maximus (en rojo, discontinuo), la propuesta de red de calles (en amarillo, discontinuo) y la posible ubicación del foro (en azul).
Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.
Imagen actual de la Calle Soledad, que conserva la alineación del decumanus maximus. Autor: Xavier Bermúdez
Las ciudades romanas se articulaban en torno a dos ejes principales: el kardo maximus y el decumanus maximus. En condiciones ideales estas calles se orientaban, respectivamente, de norte a sur y de este a oeste. No obstante, las condiciones del relieve podían modificar este principio: este es el caso de la ciudad romana de Aeso, que se adapta a la forma y orientación de un cerro alargado. De este modo, el decumanus maximus se trazó con una orientación sur-oeste / noreste, atravesando la ciudad de un extremo al otro. Este trazado ha quedado fosilizado de manera excepcional a la actual calle Soletat, es decir, a pesar de que la calle y sus construcciones sean modernas, las parcelas han mantenido unas proporciones y alineación muy parecidas a como eran en el siglo I a.C.
El kardo maximus, la otra calle principal que atravesaría la ciudad a lo ancho, coincidiría con la actual calle de Sant Jaume (orientado noroeste / sureste). En base a estos dos ejes se debían trazar calles paralelas, definiendo una retícula regular de islas donde debían coexistir las domus (casas unifamiliares) y pequeñas insulae (bloques de pisos más modestos). Además de las viviendas, podía haber tabernae (tiendas) y thermopolia (restaurantes sencillos).
Lo que sabemos de Aeso es que, teniendo la categoría de municipio romano, debía disponer de edificios públicos para el ejercicio de las funciones administrativas, judiciales y religiosas de la ciudad. Estos tipos de edificios ubicaban normalmente en el entorno del foro, una gran plaza pública que se hacía coincidir con el cruce de las dos calles principales. Aunque en Isona no se sabe con certeza donde se encontraría, podría coincidir en parte con la actual Plaça del Bisbe Badia, atendiendo a varios argumentos: es un espacio que queda en el centro de la ciudad romana, está un poco más elevado que su entorno (con lo que gana en empaque) y es donde han surgido más lápidas romanas con inscripciones que en algunos casos corresponden a pedestales de estatuas.
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Entrada suroeste y termas
Mapa de situación: en rojo, la torre; en amarillo, la zona del baño.
Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.
Plano de detalle con los restos localizados: en rojo, el fragmento de torre; en gris los muros de la zona de baño; en gris claro, la calle, en color rosado, los pavimentos.
Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.Cala de sondeo con la torre que defendía la puerta.
Autor: Teresa ReyesZona de baños construida sobre la muralla derribada y con una calle (a la derecha). Autor: Teresa Reyes.
Pavimento y muros (con enfoscado blanco) del segundo espacio del edificio. Autor: Teresa Reyes
Entre finales de los años 80 e inicios de los 90 del siglo XX, se llevaron a cabo diversas campañas de excavación para delimitar el perímetro de murallas de Aeso. Dos de estas intervenciones se centraron en el extremo suroeste de la ciudad, actualmente ocupado por huertos: la realizada en 1989 en el huerto del Fideuer (bajo la dirección de Pepa Beà y Teresa Reyes) y la realizada la 1992 en el huerto del Caballero (dirigida por Juan Eusebio Garcia y Anna M. Monleón).
En el huerto del Cavaller se localizó un tramo de muralla que tenía adosada una torre. La forma de esta torre, de base maciza, era de rectángulo con la cara externa redondeada. Los arqueólogos interpretaron que se dedicaba de una de las dos torres que flanqueaban la puerta suroeste de Aeso, ya que la calle principal de la ciudad (el decumanus maximus) parte justo de este punto. Otra cala de sondaje hecha en el huerto reveló, además, una inflexión en la orientación de la muralla que confirma su forma hexagonal.
La intervención en el huerto del Fideuer permitió localizar un tramo de la muralla. Lo más interesante, es que la muralla había sido desmontada en el siglo II dC para construir un edificio encima. Por tanto, la ciudad necesitaba crecer, incluso sacrificando elementos defensivos en un momento en el que no se consideraban amenazados. El edificio en cuestión tenía un espacio con pavimento de opus signinum (una mezcla muy resistente de cal y cerámica apisonada) y dos muros con casi 2,5 m de altura conservada, rebozados en su parte inferior. El otro espacio excavado de este edificio tenía también un pavimento de opus signinum, y había elementos como pilae, un bipedal y canalizaciones de cerámica. Todos estos elementos, junto al tipo de pavimentos, son generalmente presentes en estancias con calefacción y presencia de agua. Por lo tanto, el equipo de arqueólogas propuso que se trataba de unos baños, se trate de unas termas (baños públicos) o bien de balnea (baños privados de una casa importante). Este edificio habría estado en funcionamiento hasta el segundo tercio del siglo III dC. Completando el conjunto de esta interesante excavación, se localizó un tramo de más de 7 m de largo de una calle empedrada paralelo al decumanus maximus, que tenía acceso directo al edificio.
En conjunto, los restos encontrados en esta zona tienen un gran valor porque indican que buena parte de los huertos actuales formaban parte de la ciudad romana. También explican cómo era la muralla, la puerta de entrada y las torres que la protegían, y manifiestan que a partir del siglo II dC la ciudad comenzó a crecer superando las murallas (que también se ha documentado en los huertos que quedan más al norte del camino de la Torreta).
Muralla noreste

Mapa de situación.
Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.
Imagen actual de la Calle de San Mateo y la Plaza del Arrabal, que han conservado la alineación de la muralla romana. Autor: Xavier Bermúdez.
Del mismo modo que ocurre con las calles, también las grandes construcciones pueden quedar fosilizadas en la trama urbanística. Es el caso del extremo noreste de la ciudad romana de Aeso, las murallas de la cual fueron absorbidas por edificios posteriores que mantuvieron la misma alineación. Así pues, la actual calle de Sant Mateu, la Plaça del Raval y la Plaça del Pi definirían tres de los lados de la muralla. En el centro de este frente de muralla (posiblemente donde actualmente está el número 10 de la Plaza del Arrabal) abriría un portal, flanqueado exteriormente por dos torres como la localizada en la entrada suroeste.
Saliendo por este portal habría uno de los caminos principales, fosilizado en la actual calle del Oller. Este camino prolonga la alineación de la calle Soletat, identificado como el decumanus maximus de la ciudad romana, y probablemente llevaría hacia el núcleo actual de Abella de la Conca (que se formó sobre una importante villa romana). A ambos lados del camino es probable que hubiera monumentos funerarios de diferentes tipos y categoría, como parecen indicar el hallazgo de lápidas funerarias en las cercanías.
Domus de la era del Serret

Mapa de situación.
Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.
Plano de detalle con los restos localizados. Base cartográfica: Ortoimagen ICGC. Elaboración: Xavier Bermúdez.
Imagen del año 2000, durante las tareas de excavación. Autor: Eva Solanes.
En 2000, con motivo de la construcción del edificio que actualmente hay en la calle Torreta número 5, se hizo una intervención arqueológica de urgencia bajo la dirección de Eva Solanes y Josep Farràs.
La excavación permitió descubrir varias estancias de una casa situada en el interior de la ciudad romana. Se encontraron fragmentos de revoques de las paredes, con trazos de pintura roja, negra, verde y blanca. También se encontraron tres silos (depósitos excavados en el suelo para almacenar cereales) asociadas a la casa, que una vez dejaron de ser útiles habían sido empleadas para verter basura (entre los cuales se encontró mucha cerámica). Todos estos restos permitieron datar la casa entre los siglos I y III d.C, periodo que se conoce como alto imperio, que fue el de mayor esplendor de la ciudad de Aeso.
Durante la excavación se encontraron niveles de carbones, lo que llevó a los arqueólogos a interpretar que la casa podría haber sido destruida por un incendio. Otros restos encontrados durante la excavación evidenciaban que este espacio también fue ocupado durante la Edad Media.
Destacaremos algunos de los puntos de interés histórico-artístico:
Búnkeres de la guerra civil española
En la Conca Dellà se documentan muchas muestras del patrimonio histórico-artístico que el hombre ha ido dejando con su paso por esta zona. Cabe destacar los testigos de época medieval como ermitas, iglesias y castillos en los actuales núcleos de población, muchos fechados de este momento. También se localizan algunos de estos edificios en zonas hoy deshabitadas por el hombre, bien porqué el núcleo de población se ha desplazado a cotas más bajas o bien perqué se han podido abandonar definitivamente.
El tiempo va dejando huella por donde pasa, así no podemos olvidar que la Conca Dellà fue muy castigada durante la Guerra Civil española del año 1936. Testigos de este hecho puntual llenan diferentes lugares de la zona: trincheras, nidos de ametralladoras, búnkers o bien la construcción de partes de estos pueblos que componen la Conca.
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Castillo de Llordà
Situado en la cima de un monte que se encuentra al norte del pueblo de Llordà. Se trata de un espacio fortificado del siglo XI. Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura no estrictamente religiosa, sino de matiz residencial, más importantes de época alto-medieval conservados en Catalunya. Este edificio fue construido por Arnau Mir de Tost, una de las figuras más importantes dentro de la política de expansión feudal.
Consta de dos recintos: el inferior contiene la iglesia y la canónica, así como lo que debía haber sido el antiguo pueblo; el superior constituye el verdadero castillo, aquí se localiza el palacio propiamente, el edificio noble en el punto más elevado y las estancias del servicio o de la tropa en un nivel más bajo.
En estos momentos este conjunto está siendo objeto de restauración y consolidación arquitectónica, así como de excavaciones arqueológicas que irán aportando más datos al respecto
Castillo de Orcau
Situado en la cima que hay detrás del pueblo de Orcau y construido entre finales del siglo XII-inicios del XIII, el conjunto se divide en dos ámbitos unidos por un muro perimetral: el castillo y la iglesia. También se observan restos de un despoblado amurallado.
El castillo es de planta casi cuadrada. En cada uno de los cuatro ángulos se construyeron torres circulares. La iglesia de la Piedad es un edificio de una sola nave, que el año 1962 sufrió el derrumbe de toda la bóveda y la fachada sur. En el Museo Nacional de Arte de Catalunya de Barcelona se conservan pinturas murales que estaban situadas en su ábside.
Iglesia de Santa Maria de Covet
Situada dentro del pueblo de Covet, está datada en la primera mitad del siglo XII. La fachada principal presenta una portalada esculturada que se considera uno de los conjuntos más excepcionales de escultura románica de Catalunya.
En el interior, cabe destacar la existencia de una galería levantada sobre el muro de la fachada, así como la decoración de la imposta que recorre el interior del ábside central y las esculturas que ornamentan los capiteles de los arcos torales.
Iglesia de San Andrés de Biscarri
Situada en la parte superior del antiguo pueblo de Biscarri, está datada entre los siglos XI y XII. Es un edificio de una sola nave cubierta con una bóveda de cañón y con un ábside central de planta semicircular con decoración exterior consistente en arcuaciones lombardas colocadas a pares entre las lecenas.
Iglesia de San Miguel de Conques
Situada en el mismo pueblo de Conques, al pie de donde había estado su castillo del que hoy sólo quedan algunos restos. Tiene dos partes de épocas diferentes, una de más antigua, de estilo gótico y de finales del siglo XII, que corresponde a la nave central y en la que aún se pueden observar restos de pinturas murales que representan un retrato funerario de un clérigo.
Y una segunda parte, más moderna, de finales del siglo XVII - inicios del siglo XVIII, a la que pertenecen las dos capillas: la del Rosario y la del San Cristo. De esta última cabe destacar su compleja estenografía pictórica.
Ermita de San Pedro Mártir de Sant Romà d'Abella
Situada en la entrada del pueblo por su lado sur, su datación es de finales del siglo XI, aunque durante el siglo XII fue reformada con la construcción de las bóvedas y la cabecera actuales. En el interior, se conserva una de las lápidas epigráficas romanas documentadas en la Conca Dellà.
Iglesia de San Esteban de Abella de la Conca
Situada en la parte alta del pueblo de Abella de la Conca, está datada del siglo XI. Es una iglesia de tres naves acabadas en ábside y que presenta una decoración exterior con arcuaciones lombardas. Cabe destacar la presencia de un campanario, construido posteriormente, abierto con ventanas geminadas y igualmente decorado con arcuaciones lombardas.
En su interior hay restos de pinturas murales posiblemente de los siglos XII-XIII. De esta iglesia provienen dos retablos: el retablo del Roser, en el que se representan escenas de la vida de la Virgen, hoy conservado en el Museo Diocesano de la Seu d'Urgell, y el retablo de la Piedad, que después de un tiempo en el Museo de la Conca Dellà, actualmente se puede visitar en la Iglésia de Abella de la Conca.
Villa de Figuerola de Orcau
El pueblo de Figuerola, situado en un suave promontorio, es el que conserva mejor su estructura de la villa medieval de la Conca Dellà. La parte más antigua está alrededor de la iglesia, mientras que un ensanche posterior se extiende más allá de la plaza mayor porticada, donde se conservan algunos edificios señoriales del siglo XVI.
Esta villa presenta dos edificios religiosos, la iglesia de Santa Maria, situada en el interior del pueblo, datada en el siglo XII y que presenta una espadaña de gran altura con seis aberturas; y la iglesia del Prat, situada a las afueras del pueblo, datada al siglo XVIII y que en su interior muestra una rica decoración pictórica de la época.